Algo había, pero esa fuerza sobrehumana que a veces nos lleva a hacer cosas que no deberíamos y que en otras nos obliga a mantenernos en esa fría oscuridad del quiero y no puedo, impedía que pudieran expresarse.
Esperaron y esperaron, pero por más que intentaban mantener la vela encendida, ésta se fue apagando poco a poco hasta que no quedó nada. Y con ella se fue toda esperanza.
Una sensación de inquietud, impotencia y tristeza estuvo con él durante mucho tiempo. Lo dejó todo, y se fue. Se fue al lugar más lejano posible.
Sólo con el tiempo la impotencia de no haber hecho nada que le rodeaba a ella se esfumó. Fue entonces cuando recuperó algo de esperanza. Pero era demasiado tarde.
Él ya se había ido.
~Antares